La Boca de la verdad (en italiano: Bocca della Verità) es una antigua máscara de mármol pavonazzetto, colocado en la pared del pronaos de la Iglesia de Santa María de Cosmedin en Roma el año 1632.
La escultura, datable alrededor del siglo I, tiene un diámetro de 1,75 metros y representa un rostro masculino con barba en el cual los ojos, la nariz y la boca están perforados y huecos.[1]
Tampoco se tiene certeza acerca de su utilidad antigua: si era una fuente o parte de un impluvium o incluso una cloaca (hipótesis surgida a raíz de su cercanía a la Cloaca Maxima).
En cambio, se sabe que la máscara goza de fama antigua y legendaria: se presume que este sea el objeto mencionado en el siglo XI en los Mirabilia Urbis Romae , donde se dice:
Junto a la Iglesia de Santa María de la Fontana se encuentra el templo de Fauno. Esta imagen habló a Juliano , el emperador conocido como "el apóstata" y lo engañó.
Un texto alemán del siglo XII describe detalladamente cómo, desde detrás de la boca, el diablo −autodenominándose Mercurio (que a la sazón era protector de los comercios y de los embrollos)− agarró un largo rato la mano de Juliano el Apóstata (que había engañado a una mujer y ante aquel ídolo debía jurar su buena fe), prometiéndole lavar su reputación y una gran fortuna si volvía al antiguo esplendor del paganismo.
En otra leyenda alemana de dos siglos después, encontramos la imagen que no osa morder la mano de una emperatriz romana que −aun cuando efectivamente había cometido adulterio− la engañó con un artificio lógico.
En el siglo XV algunos viajeros italianos y alemanes recuerdan con cierta credulidad que esta piedra “es llamada piedra de la verdad, pues antiguamente tenía la virtud de mostrar cuándo una mujer ha fallado a su marido”.
El nombre boca de la verdad aparece en el año 1485 , y la escultura aparece mencionada desde entonces entre las curiosidades de Roma, y ha sido reproducida en dibujos y postales. A partir de estos, se sabe que al inicio estaba fuera del pórtico de la iglesia y que fue trasladada tras las restauraciones solicitadas por Urbano VIII en el año 1631.
La escultura, datable alrededor del siglo I, tiene un diámetro de 1,75 metros y representa un rostro masculino con barba en el cual los ojos, la nariz y la boca están perforados y huecos.[1]
Tampoco se tiene certeza acerca de su utilidad antigua: si era una fuente o parte de un impluvium o incluso una cloaca (hipótesis surgida a raíz de su cercanía a la Cloaca Maxima).
En cambio, se sabe que la máscara goza de fama antigua y legendaria: se presume que este sea el objeto mencionado en el siglo XI en los Mirabilia Urbis Romae , donde se dice:
Junto a la Iglesia de Santa María de la Fontana se encuentra el templo de Fauno. Esta imagen habló a Juliano , el emperador conocido como "el apóstata" y lo engañó.
Un texto alemán del siglo XII describe detalladamente cómo, desde detrás de la boca, el diablo −autodenominándose Mercurio (que a la sazón era protector de los comercios y de los embrollos)− agarró un largo rato la mano de Juliano el Apóstata (que había engañado a una mujer y ante aquel ídolo debía jurar su buena fe), prometiéndole lavar su reputación y una gran fortuna si volvía al antiguo esplendor del paganismo.
En otra leyenda alemana de dos siglos después, encontramos la imagen que no osa morder la mano de una emperatriz romana que −aun cuando efectivamente había cometido adulterio− la engañó con un artificio lógico.
En el siglo XV algunos viajeros italianos y alemanes recuerdan con cierta credulidad que esta piedra “es llamada piedra de la verdad, pues antiguamente tenía la virtud de mostrar cuándo una mujer ha fallado a su marido”.
El nombre boca de la verdad aparece en el año 1485 , y la escultura aparece mencionada desde entonces entre las curiosidades de Roma, y ha sido reproducida en dibujos y postales. A partir de estos, se sabe que al inicio estaba fuera del pórtico de la iglesia y que fue trasladada tras las restauraciones solicitadas por Urbano VIII en el año 1631.
trabajo realizado por: Miguel Concha Navia.
3 comentarios:
La historia es interesante, pero podrías haber quitado un poco de paja. De todas maneras, nos ha parecido muy interesante.
Ainhoa, Pepe y Sandra
EN EL PRINCIPE HAY UNA CHISMA DE ESAS, QUE PONES LA MANO Y TE LEEN EL FUTURO.
MANU
Estoy de acuerdo con el primer comentario, al ser una historia tan enigmática podrías haberla explotado mucho más y hacerla más interesante.
Manu, gracias por la aportación, es cierto en Principe hay una similar, si meteis la mano y, como no, unos eurillos os lee la mano y os dice vuestro futuro a través de un papelillo que ella misma imprime. TANIA
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